Hace unos días, se armó un revuelo en Salta por el despido de la chofer de ómnibus que fue sorprendida usando su teléfono celular mientras estaba al volante. Salieron muchos a defenderla aduciendo que la decisión de desvincularla fue “machista”. Otros tantos salieron a atacar a la persona que hizo pública la fotografía donde se pone de evidencia la infracción. Pero muy pocos observaron el hecho de una manera más sobria.
Los hechos muestran que la chofer estaba en infracción: usando un teléfono celular mientras está al volante de un ómnibus en servicio. Y esta infracción tiene como castigo el cese de actividades. Punto. El principal agravante aquí es que un chofer de ómnibus tiene la responsabilidad de salvaguardar la integridad de sus pasajeros. Y esto es válido si es chofer es un señor o una señora.
Ahora, si hubieron otros casos para los cuales una pena similar tendría que aplicarse, tendríamos que usar la ejemplar sanción para conseguir que otros casos de la misma índole lleven a condenas similares. De esa manera evitar ir por las tangentes con discusiones de machismo, de la poca tolerancia del denunciante y demás.
Traigo este caso a consideración porque recién llego de unas vacaciones en Turquía. En ese país, el comportamiento de los conductores deja mucho que desear (link en inglés). En este viaje, hice un viaje en ómnibus desde el hotel al aeropuerto por unos 80 kilómetros. En ese trayecto, el chofer llevaba consigo un teléfono celular. El chofer, recibió un par de llamadas en la hora y media de viaje. El chofer, para mi asombro, dejó sonar su celular sin ni siquiera inmutarse. Sumamente profesional. Solo cuando recibió una llamada en una de las paradas del ómnibus en un hotel (hizo múltiples paradas para recoger pasajeros), el chofer respondió a la llamada recibida en ese momento.
Eso sí, el chofer nunca se ajustó el cinturón de seguridad, lo que tendría que ser suficiente para una sanción. Pero en este caso, sería su propia vida la que está en peligro, y no la de todos los pasajeros.